25 dic 2020
Se cumplieron 29 años de la inauguración del Paso de Jama. En Purmamarca, Jujuy, con
delegaciones de nuestros pueblos, vivimos aquel día histórico, el 6 de diciembre de 1991,
con una emoción que no cabía en nuestros pechos orgullosos. Estábamos viviendo un
momento que siempre se recordaría, una bisagra, un antes y un después en la integración
chileno-argentina y un ejemplo para el mundo.
Durante varias décadas, movimientos de la sociedad civil, a veces acompañados por sus
respectivos gobiernos, habían planteado -a un lado y otro de la cordillera de los Andes- la
conveniencia de contar con buenas comunicaciones terrestres, capaces de ser operativas
y seguras, aún en los inviernos. Este no era un asunto menor, ya que las grandes nevadas
características de la región y la geografía de la alta montaña, constituían un verdadero
problema para el tránsito de personas y cargas durante todo el año, pero especialmente
en la temporada invernal. Muchos argentinos y chilenos soñaban con complementar sus
economías y disfrutar de sus paisajes tan opuestos: el verde de las selvas jujeñas y las
playas del azulado Pacífico. Además se reconocían como hermanos, a pesar de algunos
desencuentros y desconfianzas del pasado. Los inspiraba el viejo abrazo de San Martín y
O'Higgins.
En ese contexto, los calameños y jujeños lograron esta magna obra de construir un Paso
Fronterizo, a “pico y pala”. Al ser terminada, fue entregada a los correspondientes estados
de Chile y Argentina y fueron enroladas por el lado de Chile como Ruta 27 Ch y, por el lado
de Argentina como Ruta 52.
No era un problema menor, tampoco, la resistencia de los centralismos en Argentina y en
Chile, que veían con malos ojos que las regiones periféricas, o sea los pueblos del interior,
ganaran protagonismo en la integración e intercambios fronterizos y dejaran de ser
satélites de los intereses de las todopoderosas metrópolis y sus puertos.
Fue una hazaña, que se logró por la convicción y tesón de chilenos y argentinos que
pensaban básicamente en el bien de sus países y que sabían del inmenso valor y fuerza de
la amistad y del respeto entre los pueblos.
Ese camino, inaugurado hace 29 años, hizo posible muchas cosas buenas para Argentina,
para Chile y para toda la región. No sólo abrió el océano Pacífico a las economías del norte
argentino, acuciadas por los costosos fletes a los puertos del Atlántico. El gran turismo de
Iquique y su Zona Franca se desarrollaron velozmente, impulsados por los turistas
argentinos. La localidad de Susques, aislada durante muchos años, se pudo integrar al
territorio jujeño en forma activa, a través de una carretera segura y dejó de ser un pueblo
olvidado. Surgió el pueblo de Jama, bello rincón de la Puna que antes había sido soledoso
lugar de paso de pastores, vicuñas y llamas en medio de los salares. En Chile, el antiguo y
maravilloso pueblo de San Pedro de Atacama se transformó en un centro turístico
internacional y nudo de comunicaciones terrestres con Argentina, Paraguay y Brasil. En
diez horas, los argentinos de Jujuy y Salta pudieron estar frente al mar. Se crearon nuevos
servicios a ambos lados de la cordillera para atender las demandas de un tráfico de cargas
que es el más grande al norte del paso de Cristo Redentor. Jujuy construyó un estupendo
complejo fronterizo con residencias en el Paso de Jama, donde chilenos y argentinos viven
y trabajan codo a codo. Mejillones construyó su megapuerto para servir a las economías
regionales de Argentina, Brasil y Paraguay. Las universidades desarrollaron proyectos
conjuntos y los gobiernos intercambiaron conocimientos y experiencias en el campo de la
salud, el comercio exterior y la minería. Los chicos jujeños pudieron conocer el océano y
los chicos chilenos asombrarse con la lluvia de Jujuy. Los yaguaretés de las yungas se
hicieron conocidos en Chile y la educación vial de los chilenos admiró a los jujeños.
Escritores, músicos y artistas se pudieron encontrar en festivales y ferias culturales. El
azúcar, las flores y las carnes argentinas llegaron velozmente a los mercados nortinos. Los
jujeños pudieron comprar a buenos precios productos asiáticos que antes eran una
curiosidad. Los paraguayos importaron vehículos de países asiáticos y Jujuy trajo de China
los paneles solares para su megaparque solar, con gran ahorro de fletes y tiempo. El
Oriente boliviano planifica sacar sus exportaciones al Asia Pacífico por Chile,
aprovechando el paso de Jama.
Esta gran obra, sin embargo, no está terminada. Aún sigue sin resolverse el viejo
problema de la incomunicación en un tramo de 120 kilómetros del lado chileno de la ruta,
entre Hito Cajón y Jama, donde no existe señal de telefonía, lo que se convierte en un
serio problema en caso de accidentes y otras emergencias.
En puerta está el gran desafío del Corredor Bioceánico, acordado mediante la Declaración
de Asunción, suscrita por Chile, Argentina, Brasil y Paraguay, que avanza rápidamente
desde Puerto Murtinho en Brasil y Carmelo Peralta en Paraguay, con obras viales que en
un plazo cercano permitirán conectar Misión la Paz, en Salta, con la ruta nacional 34 y por
Jujuy a Chile, justamente a través del Paso de Jama.
Levantamos hoy las copas por este feliz cumpleaños 29 de nuestro querido Jama,
brindando por los logros del presente, los desafíos del futuro y rindiendo homenaje a los
hombres y mujeres que supieron ver más allá de las montañas.
¡Viva el paso de Jama!
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